Mi muy querido Rezan-sama,
La pérdida de Otosan Uchi me aflige grandemente,
del mismo modo que sin duda alguna le aflige a usted. La ciudad,
una vez llena de luz y de esperanza, ahora yace quebrada como un
samurai caído. Las aguas de la Bahía de Oro del Sol lamen las
orillas, pero no pueden calmar el dolor que la ciudad ha visto.
Las guardianas gemelas de la ciudad, la Torre del Ocaso y la Llama
Brutal, se mantienen observando como siempre. No serán más
guardianes, valientes camaradas de armas, sino plañideras llorando
sobre el cadáver de su querido.
Sé que mis palabras deben parecerle toscas a un
maestro en las artes de la poesía y la oratoria como usted. Su
locuaz lengua le ha convertido en una leyenda en las cortes, así
como su veloz espada y elegante sonrisa. Espero que me recuerde,
pues solo nos hemos visto en dos ocasiones. La primera en la
pasada Corte de Invierno, cuando usted cantó para mí en el jardín.
La segunda fue en la gran unión entre las casas de Ikoma y de
Shosuro, cuando se me permitió honrar su presencia con un poema.
Quizá lo recuerde.
Mi poeta más dulce,
cómo sus palabras cortejan mi joven corazón.
Un diamante usted es.
Espero que estas palabras le traigan una cierta
alegría; sé que su dolor por la pérdida de Otosan Uchi debe ser
mayor aún que el mío propio, porque su espíritu inmortal caminó en
sus calles en dos edades separadas. Qué extraño y maravilloso debe
ser ver lo que usted ha visto, poder imaginar los verdes prados de
Yomi y los trágicos campos de batalla de Toshigoku no como un mero
mito o fábula, sino como el suelo que usted ha pisado, como las
tierras que usted ha visto.
Lo que me lleva a dónde quiero llegar. Usted es un
Héroe de Rokugan, un intrépido guerrero que ha protegido este
imperio en edades incontables. La luz de Otosan Uchi pudo haberse
desvanecido, pero hay un nuevo amanecer en Kyuden Seppun. La
Espada, Toturi Tsudao, la Emperatriz Toturi segunda, se sienta
ahora en el Trono de Acero, en una nueva capital gloriosa. En su
nombre, le llamo a su servicio. Sé que usted ha oído cuentos de su
valor, de su honor, y de su belleza.
Ella le espera, Rezan-sama.
Al igual que yo.
Kiyomi |