

El destino de Izo (13/4/2001)
La oscura figura
encapuchada observo el contenedor, una pequeña cajita sin adornos que
llamasen la atención, esta seguía emitiendo una pequeña luminiscencia lo
que indicaba que seguía funcionando perfectamente.
La prueba había
resultado todo un éxito, había conseguido invocar el alma contenida,
obligarla a que cumpliera su voluntad, utilizar su capacidad de
comunicarse con los espíritus de los elementos y hacerla volver a su
contenedor. Le había costado un poco de esfuerzo y concentración
controlar el alma encerrada pero sabia que se trataba de la falta de
experiencia, algo que con el tiempo no supondría ningún esfuerzo.
El recordar las
acciones que había realizado para crear el objeto le hicieron sonreír.
Lo mas difícil había sido localizar a una victima apropiada, solo le
interesaba el alma de un shugenja ya que la de un samurai no le serviría
para nada, pero era muy difícil acercarse a alguno y asesinarle sin
levantar sospechas, y mas aun robarle el alma a uno de esos 'hombres
santos'.
Todo eso se
soluciono cuando apareció ese entupido shugenja ronin, nadie se
preocuparía por un ronin si conseguía que le considerasen un traidor.
Fue ridículamente fácil averiguar los vicios de ese ronin e infiltrarse
en la casa de sake que frecuentaba. Allí solo tuvo que adulterar el sake
que habitualmente consumía con una droga que le hiciera mas propenso a
su sutil manipulación mental y sugerirle la buena idea de robar mientras
la ciudad se defendía de la horda.
El resto fue
igual o mas fácil, solo necesito encender una luz en el momento adecuado
y el cabeza hueca del magistrado ejecuto al ronin.
En el momento de la ejecución atrajo el alma de ese desgraciado,
impidiendo que marchase al mas allá y encerrándolo en el contenedor.
El encapuchado
rió entre dientes mientras se acercaba el contenedor a la boca.
-Bien Izo, muy bien. Ve acostumbradote a cumplir mis ordenes porque
nuestra relación ya a ser muy larga.
Izo escucho
perfectamente las palabras del encapuchado. Estaba encadenado en una
sala de la cual no podía distinguir los limites, y la voz le llegaba
como si llegase del exterior pero sin proceder de ningún lugar en
concreto.
No sabia lo que
le había ocurrido. Recordaba su ejecución por el magistrado Shokan y
después de eso las cadenas, la sala, la voz.
Hacia un momento
había abandonado la sala por un instante, había aparecido en el exterior
consciente perfectamente de lo que le rodeaba, pero en esos instantes la
voz tuvo un volumen mucho mas alto que nunca, sonaba directamente en su
cerebro y le obligaba a realizar todo lo que este le ordenaba, una vez
la voz deja de dar ordenes Izo se encontró de nuevo en esta sala
encadenado y sin ninguna posibilidad de escape.
Si pudiera
comunicarse con alguien y contarle su situación...
Tenia que
aprovechar que en estos momento la voz no ejercía un control directo
sobre el. Concentrándose intento que su mente se extendiera mas allá de
los limites de la sala...
Crónicas de Madrid-shiro.
'La Horda de Keda no Kami', libro IV; ‘la caída’, epilogo.
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