Hermanos
del Mono
por Rich Wulf
Primera Parte
"¡Abandona!"
gritó Kyoji. "Sé que estás aquí." Kyoji apartó una rama y se plantó en el
camino, con su mano en la empuñadura que sobresalía de su obi. No hubo
respuesta. Kyoji se reía burlonamente mientras buscaba cualquier rastro de
su presa. No encontró ninguno.
"Ya es muy tarde,
Koto" dijo. "Tenemos que acabar ya."
Los hombros de Kyoji
cayeron. Quizá había ido por el camino equivocado. Un sonido a la izquierda
del camino atrajo su atención. Kyoji miró por ese lado, casi sin darse
cuenta del débil movimiento por arriba. En el último instante, Kyoji
desenfundó su espada con una mano, bloqueando a duras penas el ataque. Con
un ruidoso chasquido de la madera, el arma voló de sus manos. Kyoji y su
atacante rodaron tres veces a través de las hojas caídas, hasta que Kyoji
quedó finalmente boca abajo, con un brazo aprisionado a su espalda.
"Quítate de encima,
Koto," restalló Kyoji, escupiendo polvo. "No es momento para juegos. Padre
nos espera."
"Admite tu derrota,"
dijo Koto riendo entre dientes
"No admito nada,"
contestó Kyoji. "¡Te escondiste en un árbol como un Escorpión!"
"Ja, " replicó Koto.
"Y tu eres tan bobo como un Cangrejo. Debería acusarte de hacer trampas
porque eres más fuerte." Koto golpeteó a su hermano mayor en la cabeza con
su espada de madera. "¡Admite que he ganado!"
Kyoji frunció el
entrecejo. "Vale, " masculló. "Me venciste."
"Lo ves, " dijo Koto.
"No fue tan difícil."
Koto liberó a Kyoji y
se echó para atrás. Por un momento, se miraron fijamente a los ojos. A sus
catorce años, Kyoji era tres años mayor y treinta centímetros más alto. Se
fijó en Koto con una mirada asesina y cogió bruscamente su bokken del suelo.
"Ahora," gruñó Kyoji.
"¿Qué dijiste sobre que yo era bobo?"
"¿Bobo?" preguntó
Kyoji. "Quise decir lento." Le sacó la lengua y salió corriendo.
Kyoji lanzó un
juramento y corrió tras su hermano, parándose tan sólo para quitarse sus
sandalias. Las piernas de Kyoji eran más largas, pero Koto salió velozmente
fuera del camino, esquivando y regateando entre los árboles. Kyoji despejaba
su camino de ramas con su bokken. La risa de su hermano resonaba entre los
árboles. Finalmente, vio a Koto inmóvil en campo abierto, mirando indeciso a
derecha e izquierda. Kyoji rió burlonamente y cargó. Koto se giró y sonrió,
esquivando hacia la izquierda. Esta vez el truco no funcionó. Kyoji anticipó
el movimiento y arremetió contra Koto con dureza, sin ni siquiera pararse a
pensar en lo que su hermano había planeado.
Ambos hermanos
rodaron colina abajo. Kyoji aterrizó de espaldas sobre un gran charco de
barro. Koto yacía a unos pocos metros, boca abajo en el riachuelo.
"¡Koto!" gritó Kyoji,
corriendo hacia su hermano y poniéndolo boca arriba.
Las mejillas de Koto
estaban hinchadas como un pez globo. Escupió un chorro de agua en la cara de
Kyoji. Kyoji aulló, cayendo de espaldas. Cuando se desvaneció el shock
inicial, él pestañeó hacia su hermano con sorpresa. Se fijó en Koto con una
expresión enfadada, pero bajo esas circunstancias no duró mucho. Pronto
ambos hermanos estaban riendo a carcajadas.
Koto y Kyoji tenían
un aspecto lastimoso. Su pelo estaba desordenado y empapado. Sus quimonos
estaban sucios y desgarrados. Kyoji había perdido sus sandalias y Koto su
bokken. Esto sin contar con el hecho de que habían llegado a casa varias
horas tarde. Ambos se quedaron mirando miedosamente las puertas del castillo
de su padre. Ninguno de los dos deseaba ser el primero en entrar.
"¿Crees que se
enfadará?" preguntó Kyoji
"Si," dijo Koto,
"pero le diré que fuimos emboscados por bandidos, y que aunque luchamos
valerosamente nos robaron mi espada y tus sandalias."
"Él nunca se creerá
eso," replicó Kyoji
"Pero el estará más
enfadado por mi mentira, así que tú no tendrás ningún problema," dijo koto.
"Y así tú todavía podrás realizar tu gempukku el mes que viene."
"¿Realmente crees que
podría cancelar mi gempukku?" preguntó Kyoji con un rastro de terror en su
voz. La ceremonia en la que un muchacho se convertía en samurai era sagrada;
Kyoji no había hablado de otra cosa durante seis meses.
"Es posible," dijo
Koto seriamente. "Los verdaderos samurais son fuertes. Incluso yo te di una
zurra."
Kyoji miró ferozmente
a su hermano. "Escucha, " restalló, "Te vencí justamente y ..."
Kyoji nunca llegó a
acabar la frase. Las puertas del castillo se abrieron. Toku, Campeón del
Clan Mono, se encontraba ante ellos. El anciano samurai miraba hacia abajo a
los dos muchachos, con los ojos entrecerrados con desaprobación. Pasó su
mano sobre su cabeza afeitada y frunció sus labios.
"Saludos, honorable
padre," dijeron ambos hermanos, arrodillándose e inclinándose mucho más de
lo que la etiqueta demandaba.
"¿Bandidos otra vez?"
preguntó irónicamente.
"¡Toda una horda!"
exclamó Koto mirando arriba a su padre con una expresión aterrorizada. "El
señor bandido Hayato en persona ..."
"Entrad, " dijo Toku,
con un gesto tajante.
Ellos asintieron con
la cabeza. Koto se quitó sus sandalias. Kyoji se limpió su pie embarrado en
el escalón. Entraron en el castillo y siguieron a su padre hasta su cámara.
Un fuego rugiente estaba preparado en el centro de la habtación. Su
hermanita Kiyuko, todavía un bebé, arrullaba mientras jugaba con sus
muñecas. Dos platos de comida estaban dispuesto en la mesa, y los hermanos
se lanzaron sobre ellos ávidamente.
"Vuestra madre estaba
preocupada," dijo Toku, sentándose entre ellos. Él recogió a la bebé que
gateaba por el suelo y la sentó en su regazo.
"La culpa es mía,
padre," dijo Kyoji sinceramente. "No tengo excusa."
Koto miró a Kyoji
duramente. "Kyoji lo recuerda mal. Yo me perdí en los bosques, y él me tuvo
que buscar. Castígame de la forma que creas conveniente, noble padre." Koto
inclinó mucho su cabeza.
"Tengo el castigo
perfecto," dijo Toku. "Tengo un encargo para vosotros dos."
"¿Una misión?" dijo
Kyoji ansiosamente. Koto también parecía muy interesado.
"Los samurais
realizan misiones, los muchachos realizan encargos," les corrigió Toku con
un tono autoritario. Cualquier posible intimidación fue disipada cuando
Kiyuko empezó a tirar de la barba de su padre.
"Sí, padre,"
asintieron los muchachos, que no podían ocultar su júbilo.
"No estéis tan
contentos, " dijo Toku con una sonrisa. "Todavía no os he contado los
detalles ... "
Continuará...
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